Cada vez son más los turistas que desean alejarse de las ciudades y buscar en los pueblos aquella esencia que les permita ser libres, encontrarse con su yo interior y huir del ritmo exigente que marca la urbe. Esa tranquilidad se puede encontrar en Espot, un pequeño municipio de la comarca catalana de Pallars Sobirà (Lleida), que destaca por su enclave y su entorno rural.
Espot huele a piedra; por el empedrado de sus calles, y por el revestimiento de pizarra de sus casas. Huele a verde, debido a que está rodeado por montañas y en la puerta del Parque Nacional d’Aigüestortes, unos de los parques naturales más importantes de Cataluña. Huele a agua fresca, gracias al río Estricta, que divide al pueblo pero el ruido constante le proporciona un encanto especial. Y, por último, huele a Medievo, en virtud de dos puentes románicos que unen el encanto visual del paraje.
El pueblo de Espot se puede disfrutar durante todo el año. El otoño es la época ideal para disfrutar de las excursiones a caballo y gozar de la indescriptible explosión de colores que nos dejan sus montañas amarillas, tostadas, rojizas; todo ello teñido con un perfume a hierba fresca y setas silvestres. En la estación invernal podemos practicar el esquí, ya que dispone de 41 kilómetros de pistas esquiables para sentir la emoción de los descensos. En primavera, gracias al deshielo, podemos recorrer el parque natural y observar la variada fauna y flora del paisaje. La etapa estival nos ofrece gran variedad de actividades para realizar al aire libre y descubrir uno de los lugares más emblemáticos; el lago de Sant Maurici, rodeado por la majestuosidad de sus montañas vigías.
No es fácil encontrar pueblos que puedan sorprenderte desde el primer momento, Espot es uno de ellos. En él podrás desconectar y disfrutar de las pequeñas cosas que aporta la naturaleza en un marco incomparable.
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